La sátira se encuentra incluída en el Género lírico y se caracteriza, fundamentalmente, porque su hilo conductor es la burla o crítica mordaz hacia una persona o hecho. Normalmente narra una historia con trasfondo burlón o despectivo, y su fin es ridiculizar un acontecimiento o a una persona (también en plural)
Ejemplo de una sátira:
LOS SUEÑOS
Abrióse la puerta, y estaban a un lado el Infierno y el que llaman Juicio de Minos; así me dijo el muerto que se llamaba.
Estuve mirando el infierno con atención, y me pareció notable cosa. Díjome la Muerte:
-¿Qué miras?
-Miro-respondí-el infierno, y me parece que lo he visto otras veces.
-¿Dónde?-preguntó
-¿Dónde?-dije-. En la codicia de los jueces, en el odio de los poderosos, en las lenguas malicientes, en las malas intenciones, en las venganzas, en el apetito de los lujuriosos, en la vanidad de los príncipes y donde cabe el infierno todo sin que se pierda gota, es en la hipocresía de los mohatreros de las virtudes, que hacen logros del ayuno y del oír misa.
Y lo que más he estimado es haber visto el juicio de Minos, porque hasta ahora he vivido engañado, y ahora veo el Juicio como es. Echo de ver que el que hay en el Mundo no es juicio, ni hay hombre de juicio en el mundo, y que hay muy poco juicio en el Mundo.¡Pesía tal!- decía yo-. Si deste juicio hubiera allá no digo parte, no digo parte, sino nuevas creídas, sombras o señas, otra cosa fuera. Si los que han de ser jueces han de tener deste juicio, buena anda la cosa en el mundo. Miedo me da de tornar arriba, viendo que, siendo éste el juicio, se está aquí casi entero y que poca parte está repartida entre los vivos. Más quiero muerte con juicio que vida sin él.
Con esto bajamos a un grandísimo llano, donde parecía estaba depositada la oscuridad para las noches. Díjome la Muerte:- Aquí has de parar; que hemos llegado a mi tribunal y audiencia.
Allí estaban las paredes colgadas de pésames. A un lado estaban las malas nuevas, ciertas, creídas y no esperadas; el llanto engañoso de las mujeres, engañado en los amantes, perdido en los necios y desacreditado en los pobres. El dolor se había desconsolado y creído, y solos los cuidados estaban solícitos y vigilantes, hechos carcomas de reyes y príncipes, alimentándose de los soberbios y ambiciosos.
Estaba la envidia como hábito de viuda, tan parecida a la dueña, que la quise llamar Álvarez o González; en ayunas de todas las cosas, cebada de sí misma, magra y exprimida. Los dientes, por andar siempre mordiendo de lo mejor y de lo bueno, los tenía amarillos y astados. Y es la causa que lo bueno y lo santo, para morderlo no llega a los dientes; mas nada bueno le puede entrar de los dientes adentro. La discordia estaba debajo de ella como nacida de su vientre y creo que es su hija legítima.
Ésta, huyendo de los casados, que siempre andan a voces, se había ido de las comunidades y colegios y viendo que sobraba en ambas partes se fue a los Palacios y Cortes...
Autor: Francisco de Quevedo, Español(1580-1645).
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